En nuestra empresa, siempre hemos tenido la tradición de mimar a nuestro equipo con actividades de bienestar durante todo el año. Pero, debo confesar, que el Día del Trabajo nunca estuvo en nuestra lista de celebraciones. ¿La razón? Bueno, en varias ocasiones me han llegado quejas por no celebrarlo, pero honestamente, me resulta un poco frustrante cuando se reclama por lo que no hemos hecho, pero las actividades que sí hemos realizado pasan desapercibidas. A veces parece que nadie nota los esfuerzos que hacemos el resto del año, ¡y eso me da un poco de pena!
Este año, sin embargo, decidí hacer una excepción. Después de todo, este ha sido un año complicado y, aunque no hemos tenido muchas actividades, las dificultades que hemos atravesado han hecho que valore más que nunca el equipo tan especial que tenemos. Así que sentí que merecíamos un pequeño gesto para reflejar lo agradecidos que estamos de tener a todos con nosotros.
Claro, antes de decidir qué hacer, quise entender un poco más sobre el Día del Trabajo (porque, seamos sinceros, ¡yo reprobé historia! 😅). Así que me puse a investigar, y me di cuenta de que este día conmemora una lucha que hace ya muchos años emprendieron un grupo de obreros para mejorar sus condiciones laborales. ¡Vaya, qué historia tan importante! Pero al leer más, me encontré en una encrucijada. Aunque las condiciones laborales han mejorado con el tiempo, hoy en día parece que siempre hay una especie de “choque” entre lo que el empleador y el trabajador esperan. No quería que esta celebración se convirtiera en un debate, ¡que no es para nada mi intención!
Y aquí va la parte interesante: he tenido el privilegio de estar en ambos lados. He experimentado lo que es ser «empleado» y lo que es ser «jefe», y puedo decir que ambas posiciones tienen retos únicos y difíciles. Encontrar el equilibrio perfecto no es fácil. Aunque no todo es como quisiera, me recordé a mí misma que no soy la dueña (¡jajaja!) y que cada cosa que hacemos aquí se hace con mucho amor y siempre con el fin de agradecer. Las intenciones importan, y las buenas siempre se perciben.
Así que este año decidí preparar algo especial: ¡un pequeño refrigerio! Nada de grandes celebraciones, pero sí algo que hablara de lo que realmente queremos transmitir. Les preparé unos deliciosos perros calientes, hechos con el sabor excepcional de nuestro producto, acompañados de un brownie para endulzar la vida, un vasito de gaseosa y un mensaje muy sencillo: ¡Gracias!
Para algunos esto tal vez sea muy poco, pero lo importante no es lo que se ofrece, sino la intención con la que se hace. Y, lo más importante, es que les agradecemos profundamente por estar con nosotros. ¡Esto es solo un pequeño recordatorio de lo valiosos que son para nuestra empresa!
Muchas veces olvidamos que no se trata del detalle, se trata de la intención y el amor con el que se da. Aprendamos a ser más empáticos, a dar para recibir. Démosle valor a lo que no se pide, porque cuando nos esforzamos y hacemos las cosas de la mejor manera, siempre se nota. ¡Feliz Día del Trabajo!
RRHH.